Visión general de los riesgos políticos de Coface: la temperatura está aumentando en el continente Africano
Con numerosos brotes de conflictos, terrorismo y tensiones sociales y políticas, que no muestran signos de detenerse en el futuro cercano, África continuará experimentando fragilidad y desestabilización.
Los países del continente Africano se han visto afectados regularmente por conflictos de diferente intensidad y naturaleza en las últimas décadas, que les hicieron sufrir una disminución en la inversión y los flujos comerciales, retrasando el desarrollo de algunos países en el continente. En su último panorama de riesgos políticos, Coface analiza al continente Africano y destaca, no sólo las últimas tendencias en términos de conflictos, sino también los riesgos de inestabilidad que afectan el desarrollo económico de la región.
- CONFLICTOS EN AUMENTO
Entre los conflictos vinculados a grupos islamistas en la región del Sahel y los de origen político, a veces relacionados con consideraciones étnicas, religiosas o incluso lingüísticas, nuestros indicadores de violencia política confirman un resurgimiento de eventos violentos comparados con los del comienzo del siglo XXI. En 2018, hubo casi el doble de conflictos en todo el continente que hace 10 años.
El número de víctimas también se ha duplicado y supera las 70,000 muertes por año por tercera vez en 30 años (después de los períodos 1990-1991, en el apogeo de la Guerra del Golfo, y 1999-2000, marcado por la guerra fratricida entre Etiopía y Eritrea). Al mismo tiempo, el terrorismo se está extendiendo como otra forma de violencia política, particularmente en áreas ya afectadas por conflictos.
- ¿QUÉ PAÍSES ESTARÁN EXPUESTOS A LA INESTABILIDAD EN LOS PRÓXIMOS MESES?
Después de la primavera en Argelia y Sudán, parece que los movimientos de movilización podrían surgir en el África subsahariana.
Si bien la práctica democrática, al menos en su dimensión electoral, se ha generalizado en el continente Africano desde principios de los años noventa, algunos ejemplos recientes, empezando por la República Democrática del Congo, Sudán y Argelia, muestran que no está necesariamente acompañado por un sólido contexto político ni institucional.
Además, como lo demuestran los acontecimientos de 2011 en África del Norte y Medio Oriente, en un contexto de progreso en los instrumentos de movilización (acceso a Internet, presión demográfica, etc.), la exasperación de las poblaciones que se vieron afectadas por las presiones socioeconómicas (desempleo y pobreza endémica en particular) exponen a algunos países del continente al riesgo de inestabilidad futura. Sin llevar necesariamente a conflictos a gran escala, como en Libia, o incluso al cambio de régimen, un contexto socioeconómico frágil puede, a largo plazo, causar un descontento que puede generar, como mínimo, incertidumbre en el entorno político.
Nuestro índice de fragilidad política y social indica que 10 países (Angola, Camerún, Chad, Djibouti, Egipto, Etiopía, Mauritania, Mozambique, Uganda y la República Democrática del Congo) podrían verse (o seguir siendo) sacudidos por la agitación política. El aumento en los instrumentos de movilización es notablemente uno de los factores detrás del aumento del riesgo, que podría ser una fuente potencial de desestabilización en otros países en el largo plazo.