Rusia sale de la recesión, pero los riesgos de limitaciones estructurales impiden su crecimiento a mediano plazo
La diversificación de la economía rusa, que resultó necesaria debido a la persistente baja en los precios del petróleo, se enfrenta a limitaciones estructurales que pueden tener un efecto dilatorio sobre el crecimiento a mediano plazo. Determinados sectores (agroalimentario, químico, automotor, etc.), parecen beneficiarse de un aumento en la actividad que contribuirá a la recuperación en 2017.
Principales impedimentos para la diversificación: falta de mano de obra de aquí al 2020 y falta de inversión
Después del segundo año consecutivo de la contracción en la actividad económica (-2.8% en 2015 y -0.2% en 2016), las previsiones de crecimiento en 2017 para la economía rusa, aunque débiles, nuevamente se tornan positivas (1%, de acuerdo a Coface). La vulnerabilidad de su crecimiento a mediano plazo puede deberse a la pesada carga que conlleva la dependencia en los hidrocarburos. A pesar del reciente repunte en el precio del petróleo, Rusia no puede basarse en un incremento durable de los precios, ni de un fuerte crecimiento en la producción del petróleo.
La diversificación de la economía, la cual es parte de un plan estratégico del Estado Ruso, enfrenta varias limitaciones estructurales, en particular el desarrollo demográfico del país, que muestra una caída de la población laboral desde 2010. Asimismo, las sanciones impuestas seguidas de la crisis ucraniana y las deficiencias en materia de gobierno (calidad regulatoria, libertad política, corrupción) limitan los incentivos para las inversiones extranjeras. Además, el capital privado ruso, no va siempre orientado a la economía nacional, con determinados actores económicos dando prioridad al ahorro sobre las inversiones.
Aunque la competitividad estructural tiende a mejorar, Rusia necesita optimizar el uso de sus instalaciones de producción y la productividad laboral
Cuando se enfrenta con estas limitaciones estructurales y un contexto difícil, tanto nacional como internacional, Rusia debe mantener su crecimiento en competitividad: se han conseguido progresos considerables sobre la misma en los últimos cinco años (del lugar número 67 en 2012-2013 al lugar 43 en 2016-2017[1]).
La evolución de los precios petroleros y el contexto internacional (levantamiento de sanciones) serán decisivos para la inversión privada, que se encuentra a la baja desde 2013, y para el repunte el cual permitiría mejorar y ampliar las instalaciones de producción.
Mientras que los niveles de educación e investigación científica se encuentran entre los activos del país, la productividad laboral permanece baja en Rusia (más de siete veces menor que la de Estados Unidos y cinco veces menor que la de la Unión Europea), y a un nivel bastante estático. En cambio, el costo unitario laboral es relativamente alto.
El fuerte descenso del valor del rublo en 2014-2015 ha favorecido la competitividad de determinadas mercancías rusas comparadas con los productos importados, pero sobre todo en sectores que han disfrutado de medidas de apoyo específico, como el agroalimentario, químico y plásticos/goma, y estos podrían continuar impulsando el crecimiento. Asimismo, después de cinco años de fuertes bajas (-36% en 2015 y -11% en 2016), las ventas de autos subieron en marzo y abril de 2017, anunciando una tendencia más positiva para este sector en 2017.
[1] De acuerdo con las evaluación del Foro Económico Mundial (Índice de competitividad global)
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