Riesgo político en América Latina: ¿volver al futuro?
- En medio de la insatisfacción general contra la clase política en la región, en las próximas semanas y meses se llevarán a cabo elecciones presidenciales en Colombia, México y Brasil
- El modelo de Riesgo Político de Coface muestra que el riesgo social de protestas es alto. La incertidumbre política podría desencadenar problemas como una baja en el mercado de valores, baja confianza corporativa y del consumidor y una actitud expectante en las inversiones
El Modelo de Riesgo Político de Coface[1] toma en consideración varios aspectos del riesgo: 1) temas de fragilidad político y social, 2) conflictos y 3) terrorismo. Aunque el terrorismo no es una de las preocupaciones principales, el riesgo por la fragilidad política y social indica un alto nivel de frustración debido a la negatividad de los problemas de corrupción que lo rodean y la relativa tasa alta de homicidios. La corrupción se ha convertido particularmente grave cuando la Operación “Car Wash” fue revelada por primera vez en Brasil a principios de 2014 y después se extendió a 11 países. Las variables macroeconómicas incluidas los índices, como PIB per cápita, tasa de desempleo, inflación y desigualdad de ingresos, son puntos usualmente débiles para América Latina.
En términos de conflictos, México tiene el desempeño más pobre dentro de la región, principalmente debido al incremento en la violencia por la guerra de bandas. En 2017, la tasa de homicidios sobrepasó a la del año pico en la guerra contra las drogas. En contraste, Colombia ha observado una significativa mejoría. La violencia relacionada con las guerrillas ha caído considerablemente, gracias al acuerdo firmado entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). A pesar de las evidentes mejorías, todavía existen grupos disidentes en operación.
Elecciones en México y Brasil ensombrecidas por una insatisfacción general con los políticos tradicionales
La erosión de confianza en general mostrada en las instituciones políticas tradicionales está creando oportunidades para contendientes poco convencionales. Un número de candidatos se promueven bajo la bandera de la anticorrupción. Por lo tanto, México y Brasil están enfrentando escenarios políticos complicados.
El candidato del ala izquierda en México, Andrés Manuel López Obrador, lidera las encuestas con un amplio margen. Históricamente se ha posicionado en contra de las inversiones privadas y las industrias que tradicionalmente son llevadas por cuenta del estado. La amplitud de la divergencia ideológica de sus aliados políticos podría obstaculizar su habilidad de construir una coalición fuerte y ganar apoyo del congreso.
Aunque la población de Brasil muestra un amplio nivel de insatisfacción con los políticos tradicionales, paradójicamente permanece como favorito el ex presidente Lula, quién se encuentra recluido desde julio de 2017, por acusaciones como lavado de dinero y corrupción pasiva. Probablemente no se encuentre apto para contender debido a las leyes electorales locales. En medio de esta batalla judicial existe un candidato controversial, Jair Bolsonaro, un ex militar. En una simulación donde Lula no estaría en posición de participar en la elección, Jair Bolsonaro sería el candidato más popular.
El crecimiento regional podría verse obstaculizador por las incertidumbres políticas
Los riesgos políticos repuntaron y ya han tenido algún impacto sobre el crecimiento regional. Un ejemplo ha sido el efecto de la Operación “Car Wash”, el cual claramente ha contribuido como factor de la peor recesión presentada en Brasil.
Se espera que el PIB de la región gane impulso en 2018, con una previsión de crecimiento de +2.4% (interanual), después de un repunte de 2017 (1.1% año-año), dos años de recesión previa a eso y una recuperación de la caída en los precios de los commodities observado desde 2014.
Esta previsión sería revisada a la baja si las incertidumbres políticas, especialmente en Brasil y México, permiten una baja en el mercado de valores y un incremento en las tasas de interés, combinados con menores niveles de confianza tanto en las empresas como en los hogares, (provocando retrasos o cancelaciones en las decisiones de inversión o gasto). En el caso de un vacío gubernamental por mucho tiempo, cualquier congelamiento en el gasto público podría generar un impacto negativo en la actividad.
[1] Daudier, J.-L., Nizard, R. & Tozy, S., 2016. Panorama: El riesgo político crece y crece, París: Coface.